A solas con Cristo

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Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas. Isaías 40. 31

Toda vida Cristiana verdadera necesita en su tiempo diario de callar. Cuando el silencio lo cubre todo, en susurro santo, puede tener comunión con Dios. Una de las grandes necesidades de la vida cristiana es más tiempo devociones. Nuestra época no se caracteriza por la oración sino por la actividad. La tendencia es ponerse en actividad en vez de arrodillarse para adorar, queremos más bien estar afanados y turbados con las muchas cosas, que sentarnos a los pies del Salvador para tener comunión con Él.

El mensaje medular para nuestra vida cristiana en el presente es la consagración, que siempre se interpreta como dedicación al servicio activo. De todas partes se nos motiva para trabajar. Nuestro celo agitado por cada medio que se encuentra para inspirarnos en la actividad.

La vida religiosa de más alta calidad es aquella que se alimentan de tiempos de  devociones para la vida de servicio en las leyendas monásticas se cuenta que santa Francisca era incansable para sus devociones. Sin embargo, cuando durante sus oraciones se le llamaba a realizar algún deber domestico, cerraba su libro con alegría y decía que una esposa y madre debía dejar a Dios en el altar cuando la llamaban, para hallarlos quehaceres domésticos. Sin embargo, también es cierto por otro lado. Para que haya un árbol fuerte y vigoroso, sano, que lleva fruto , pueda resistir la tormenta y soportar el calor y el frío, primero debe haber raíz bien plantada y bien alimentada.

Para que haya una vida cristiana noble, próspera y resistente en presencia del mundo, segura de la tentación inconmovible en las tribulaciones, llena de buenos frutos , y de hojas pennes e inmarcesibles, primero debe haber una íntima comunión secreta con Dios. Antes de dar a los demás, debemos recibir de Dios , porque nada tenemos en nosotros mismos que podamos dar para alimentar al hambriento o quitar la sed del sediento. Sólo somos vasos vacíos y debemos esperar ser llenos antes de poder llevar algo a los necesitados. Debemos escuchar junto a las puertas de los cielos, antes que podamos cantar melodías celestiales a los oídos de los hombres cansados y dolientes. Nuestros labios deben ser tocados con brasas del altar de Dios, antes que lleguemos a ser mensajeros de Dios para los hombres. Debemos descansar mucho rato en el seno de Jesús para que nuestra pobre vida terrenal pueda empaparse con el espíritu de Cristo y brillar con la belleza transfigurada de su bendita vida.

La vida devociones no desplaza al deber, sino que siempre trae nuevas obligaciones a nuestra manos y nos pone en condiciones para entrar en actividad.

_ JR. Miller Silente Times 1886

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