Espléndido aislamiento
Mas no estoy solo, porque el Padre está conmigo Juan 16.32
No es necesario decir que el poner en práctica una convicción es un sacrificio costoso. Ello puede requerir renunciaciones y separaciones que le dejan a uno con un sentido extraño de privación y soledad. Pero aquel que se eleve, como hace el águila, a los niveles más elevados donde el día carece de nubes, y vive a la luz del sol de Dios, tiene que contentarse con vivir una vida de soledad.
Ningún pájaro vive tan solitario como el águila. Las águilas nunca vuelan en bandadas; a lo sumo solamente se ven una o dos al mismo tiempo. Pero la vida que se vive para Dios, aunque tenga que abandonar la compañía de seres humanos, la substituye por la compañía Divina.
Dios busca hombres semejantes a las águilas. Ningún hombre que no ha aprendido a estar a solas con Dios, puede darse cuenta de cuales son las mejores cosas de Dios. A Abraham lo encontramos morando en Sodoma. Moisés a pesar de estar adiestrado con toda la sabiduría de Egipto, tuvo que pasar cuarenta años a solas con Dios en el desierto. Pablo, no obstante su gran conocimiento de la cultura griega y haberse sentado a los pies de Gamaliel, tuvo que ir a Arabia y aprender con Dios la vida del desierto. Deja que Dios hable.No quiero decir en el aislamiento de un monasterio. En la experiencia de este aislamiento , El desarrolla tal independencia de fe y vida que hace que el alma no necesite tiempo, la ayuda constante , la oración, la fe o cualquier otra atención del vecino. En el desarrollo de la vida Cristiana, la ayuda e inspiración de los otros miembro es muy necesaria y ocupa su lugar, para el bienestar y la fe individual. Dios sabe la forma como tienen que cambiar las circunstancias de aislamiento . Cuando nos rendimos a Dios, El nos recibe por algún conducto, pero una vez que esto se ha terminado, no dependemos por más tiempo de aquellos que nos rodean. Nos damos cuenta que El ha obrado algo en nosotros y que las alas de nuestras almas han aprendido a batir el aire más elevado.
Debemos atrevernos a estar solos. Jacob tuvo que estar solo para que el Angel de Dios susurrase en su oído el nombre místico Shiloh; Daniel tuvo que estar solo para ver las visiones celestiales; Juan tuvo que ser desterrado a Patmos para tomar profundamente y guardar con firmeza la “impresión del cielo.”
El sólo pisó el lugar.
¿Estamos preparados para un “espléndido aislamiento” antes que faltar a el?