Finales Sorpresivos
“Yo sé que Dios no me dará nada que no pueda sobrellevar. Tan sólo me gustaría que no confiara tanto” (Madre Teresa 1910-1997)
En marzo de 1993, el gen que causa el Mal de Huntington fue por fin descubierto. Y así, un año después de comenzar las convulsiones, fuimos a una ciudad cercana para un simple examen de sangre.
-Estaremos en contacto- nos dijo la doctora. Pero semanas de espera se convirtieron en meses. Finalmente llamé a la clínica de Huntington.
-¿Por qué se tardan tanto?- pregunté.
respuesta -. El interés público es mínimo y no hay mucho financiamiento por parte del gobierno. Sólo tenemos unas pocas personas trabajando y estamos atrasados. Lo sentimos.
En julio fue publicado mi libro y fue un éxito de la noche a la mañana. Comencé a trabajar en el libro que le seguía: Daddy, I be up the shed ( papi, exploté el cobertizo). Me acuerdo estar sentado en mi estudio dando entrevistas para la radio, tratando de alegrar a la gente.
-¿Cómo te puedes reír cuando la vida no es tan graciosa?- me preguntó un presentador. Hablé acerca de nuestra situación presente. De cómo nuestras vidas no podían ser descriptas como felices, pero cómo extrañamente había momentos cargados de gozo.
-El gozo- dije no depende de circunstancias favorables, de buenas noticias o finales felices. Viene de saber que pase lo que pase, Dios me ama; que sea lo que sea, Él está preparando un lugar mejor para los que le aman.
Cuando pausábamos para cortes comerciales yo dejaba el teléfono e iba al otro cuarto a revisar a mi esposa. En enero de 1994, los resultados por fin estaban listos.Podíamos recibirlos el 14 de febrero. Oh vamos , pensé , ese es un día de fiesta, no de veredictos finales. Luego me di cuenta que encajaba perfectamente. El día de nuestra boda estuve de pie ante 300 personas y ante Dios mismo, prometiendo amarla sin importar lo que viniera. Desde entonces cada día de San Valentín yo he renovado esos votos.
-Además- le dije a Ramona un día- tenemos que permanecer juntos. Yo he aumentado tanto de peso desde que nos casamos que no puedo quitar mi anillo de matrimonio.
La noche antes del día de San Valentín, un grupo de amigos dio una fiesta en nuestro honor. Oramos juntos, nos reímos juntos, y lloramos juntos. Estos eran los que habían estado a nuestro lado durante estos diez meses. Ellos no tenían las respuestas. Simplemente tenían un poco de tiempo. Tiempo para escuchar música. Tiempo para hablar. Tiempo para jugar.
El 14 de febrero de 1994, dos doctores tenían los resultados de los exámenes en un sobre pequeño.Uno de ellos por fin abrió y nos miró por encima de sus anteojos:
– Ramona tu tienes el gen normal.
Al principio no supe lo que quiso decir.El gen normal. El gen del Mal de Huntington normal. Pronto mi esposa quedaría inválida. Luego la doctora dijo:
-Lo cual significa que no tienes Huntington. Nos quedamos allí juntos sin poder creerlo.
-¿No lo tenemos? -No lo tienen.
Abrazados a los doctores les agradecimos mucho. Ramona estaba libre. La enfermedad no podía ser pasada a nuestros hijos. Esa noche celebramos la noche más feliz de nuestras vidas con una cena marisquería y una película con amigos. Habíamos salido por fin de un túnel largo y oscuro. Seguro que las convulsiones cesarían.
Con el pasar lento de los meses, sin embargo, las convulsiones empeoraron.
-Ella se mejorará-nuestro doctor nos seguía diciendo – Esto toma tiempo.
Pero para 1996, parecía que el tiempo se nos acababa . Pesando tan sólo 41 kilos, Ramona no tenía apetito y rara vez salía de casa. Cuando salía, la gente de nuestro pequeño pueblo casi no la reconocía. Un día que fuimos a visitar su hermana, una convulsión la dejó yaciendo en le asunto del frente del automóvil junto a mí. Aterrorizados, los niños se acurrucaron en el asiento trasero, llorando. Los consolé lo mejor que pude, y después que llegamos los llevé a un McDonald´s cercano.
-¿Cómo se sientes?- les pregunté.
-Asustados-fue la respuesta- ¿Se va a morir mamá?
-No sé hijos. les dije- A veces yo también tengo miedo, Pero ¿Saben qué? Dios dijo que Él siempre estaría con nosotros. Y Él nunca ha roto una promesa. Ustedes pueden contarle cuando tengan miedo. Y pueden decirme a mí también, ¿está bien?
Yo no sabía si había dicho lo correcto, pero pronto los niños estaban riendo y disfrutando sus hamburguesas.
Para entonces hablamos visto 21 especialistas, explorado bibliotecas buscando literatura, y tratando de diagnosticar el problema nosotros mismos. Amigos bien intencionados sugirieron que había actividad demoníaca involucrada, así que buscamos consejería espiritual. Nuestro pastor oró por Ramona, ungiéndola con aceite. Por meses se reunió dos veces a la semana con una consejera, pero las convulsiones continuaron.
Cada noche yacíamos en la cama despiertos en la oscuridad sin poder dormir. Y a veces el pánico se apoderaba de mí.- ¿Qué hago Señor? ¿Cuál debe ser nuestro próximo paso?- Sólo había silencio. Las ventanas del cielo estaban cerradas, al parecer. Las persianas bien aseguradas.
Entonces, algunos versículos que mi madre me había hecho repetir de niños volvieron a mi memoria para consolarnos “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no ten¡meremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar…” “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros dice el Señor, pensamientos de paz ,y no de mal, para darnos el fin que esperáis”.
Pero para el otoño de 1996, aún la esperanza se me estaba escapando. Las convulsiones ocurrían cada día y a veces cada media hora. Rara vez dejaba yo a Ramona, y una noche después que ella finalmente se había dormido, fui al patio de la casa y caía sobre mis rodillas.- Dios-dije no puedo soportarlo más. Por favor haz algo.
Me encantaría decir que vi una mano escribiendo en el cielo o escuché una voz audible. Pero en vez de eso, al levantarme del suelo, el nombre de un doctor me vino a la mente. Asistíamos a la misma iglesia, pero nunca había pensado en pedir opinión de Daniel. Unos minutos después , hablaba con él por teléfono. Después de escuchar mi descripción , dijo simplemente:
-Yo vi un caso así antes. Suena como si ella tuviera una deficiencia química Tráemela a primera hora mañana. Hay una medicina nueva para tratarla.
Yo no sé si realmente creía en milagros antes de ese punto de mi vida, Pero en menos de una semana. Romano era un persona diferente. Sus ojos tenían ese brillo que me atrajo de ella al principio. Las convulsiones cesaron. Dios me había devuelto a mi esposa.
Por supuesto, no hemos llegado todavía. Hay más exámenes en el futuro. Pero cada día mi esposa despierta al lado del hombre más agradecido del mundo. Estoy agradecido que la gracia de Dios sí acompaña las sorpresas de la vida. Que en los tiempos más difíciles su Gracia puede ayudarnos a escoger el gozo en vez de amargura, y ayudarnos a permanecer juntos cuando todo nuestro mundo se derrumba.
Oh sí, tal vez se pregunte sobre el chiste de la tarjeta de crédito que yo escribía en el día en que una llamada telefónica cambió mi vida. La verdad es que es mentira. Soy mucho más rico por haber conocido a esta chica. De hecho, lo único que ella me ha robado es el corazón.
Cómo enriquecer su vida sin dinero