Por favor, dejen su enojo en la puerta
¿Has visto alguna vez una vieja película del oeste en la que se requería a los vaqueros que dejasen sus armas en la puerta antes de entrar en una taberna? Yo sí, y es un buen ejemplo a utilizar cuando pensamos en el enojo. El enojo es como un arma que llevamos con nosotros a fin de poder utilizarla contra las personas que parezcan estar al borde de hacernos daño. Al igual que los vaqueros sacaban sus pistolas para defenderse a menos que las hubieran dejado en la puerta, nosotros sacamos nuestro enojo como defensa de manera regular.
Hagamos un hábito de dejar conscientemente nuestro enojo en la puerta antes de entrar en cualquier lugar. Neguémonos a llevarlo con nosotros cuando emprendamos las tareas del día. Di conscientemente: “Hoy salgo sin enojo. Tomo conmigo amor, misericordia y perdón, y los utilizaré generosamente cuando sea necesario”. Yo he descubierto que hablarme a mí misma es de gran ayuda. Puedo hablar conmigo misma para decidir hacer o no hacer cosas. Puedo hablar conmigo misma para enojarme y para dejar de estar enojada. Aprende a razonar contigo mismo.
Di para ti: “Es una pérdida de tiempo seguir enojado y eso no agrada a Dios, así que voy a soltarlo a propósito”.
Yo me recuerdo a mí misma que me estoy haciendo un favor al escoger la paz y rechazar el enojo. Puede que no tengamos ganas de hacer lo correcto, pero podemos vivir para agradar a Dios o para agradarnos a nosotros mismos. Si decidimos agradar a Dios, entonces haremos muchas cosas que serán contrarias a lo que pudiéramos tener ganas de hacer. Todos tenemos sentimientos, pero somos más que nuestros sentimientos. También tenemos un libre albedrío y podemos escoger lo que sabemos que será lo mejor para nosotros.
Hazte un favor a ti mismo… PERDONA
Joyce Meyer