Una fe que brilla
El vaso que el Padre me ha dado, ¿no lo tengo de bebe? Juan 18:11
Esto era una cosa más difícil de decir y de hacer que calmar los mares o resucitar los muertos. Los profetas y los apóstoles podían hacer milagros maravillosos, pero no podían hacer y sufrir la voluntad de Dios. El hacer y padecer la voluntad de Dios, es la clase de fe más elevada, y lo más sublime que un Cristiano puede realizar.
El marchitar para siempre las aspiraciones brillantes de la juventud; el llevar una carga diaria que nos disgusta y no ver ningún consuelo; el estar oprimido por la pobreza, cuando lo único que deseas es lo suficiente para el bienestar y consuelo de aquellos a quienes amas; al estar completamente separado de los seres queridos, hasta el punto de permanecer sólo para enfrentarse con las dificultades de la vida; el estar encadenado por alguna enfermedad incurable; el poder decir en una escuela de disciplina como ésta, “Del vaso que mi Padre me ha dado, ¿no lo tengo que beber? Esto realmente es fe, en su punto culminante de victoria espiritual más elevado. Una gran fe no se demuestra tanto en la facultad de hacer, como en el sufrir -. Dr. Charles Pankhurst
Si tenemos un Dios que se compadece, tenemos que tener un Salvador que sufra, y no existe verdadera simpatía por otro, excepto en el corazón de aquel que ha sido afligido de la misma manera.
No podemos hacer bien a otros sin que nos cueste nada, y nuestras aflicciones son el precio que pagamos por nuestra capacidad de poder sentir compasión. Todo aquel que va a ser una ayuda para los demás, primero deber ser un mártir. Para ser un salvador, es necesario que en alguna parte o de algún modo pasemos por la cruz. No podremos gozar de la felicidad más sublime de la vida, socorriendo a otros, sin probar la copa que Jesús bebió y someternos al bautismo con que El fue bautizado.
Los salmos más consoladores de David fueron originados por el sufrimiento, y si Pablo no hubiese sido traspasado con espinas de dolor, hubiésemos perdido mucha de la ternura que hace estremecernos en tantas de sus epístolas.
La circunstancia actual que te oprime tan fuertemente (si la sometes a Cristo) es la mejor clase de instrumento en la mano del Padre, para cincelarte para la eternidad. Confía, entonces en El. No evadas el instrumento, para que no pierdas su obra. “La escuela del sufrimiento produce licenciados extraordinarios.”