La fe no es aferrarse, es dejarse caer

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Señor, auméntanos la fe. Lucas 17:5

En alguna parte leí una historia más o menos por este estilo: Un viajero fue asaltado por bandidos en una camino solitario. Le quitaron cuanto llevaba y lo condujeron a las profundidades de una selva. Allí en la oscuridad ataron una cuerda a una rama de un gran árbol y lo hicieron aferrarse de la punta de la cuerda. Lo hicieron balancearse en la negrura del espacio que lo rodeaba y le dijeron que estaba colgando sobre un profundo precipicio. En el momento que soltara la cuerda se destrozaría contra las tocas del fondo. Y se fueron. El alma del viajero se llenó de terror ante la horrible condenación que les esperaba. Se aferra´p desesperadamente de la punta de la cuerda, pero cada momento terrible hacia más desesperadamente su destino. Sus fuerzas comenzaron a fallar rápidamente. Al fin ya no pudo sostenerse más. Había llegado el fin. Sus dedos crispados soltaron la cuerda. Cayó… 18 centímetros y halló tierra firme bajo sus pies. Había sido una triquiñuela de los ladrones para darse tiempo para escapar.Cuando se dejó caer no fue para morir , sino para recibir la seguridad que había estado esperando durante el tiempo que había pasado aterrorizado aferrado de la cuerda.

Aferrarse de esta manera no salva a nadie de la desesperanza.Es solamente una triquiñuela de Satanás para que no tengas seguridad ni paz en base a las promesas del Señor. Mientras le haces caso, cuelgas sobre el supuesto precipicio, del temor y la desconfianza. ¡Déjate caer! El plan de Dios es que caigas no en la derrota, sino en sus brazos, de pie sobre la Roca sólida. En cuanto te des cuenta de tu incapacidad y de tu falta de fuerza, déjate caer; caerás sobre el Señor, el temor se disipará, se acabará la desconfianza y recibirás la bendita seguridad por siempre. Porque Él , y no tu acto de aferrarte, “salvará a su pueblo de sus pecados”.

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